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El eclipse lunar más oscuro

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Dice Neil deGrasse Tyson que «los eclipses lunares son tan poco espectaculares que si nadie te dijera lo que le está pasando a la Luna, probablemente no te darías cuenta«. Discrepo profundamente de Neil en este aspecto. Creo que los eclipses de Luna son uno de los fenómenos celestes más espectaculares y cautivadores después de los eclipses de Sol, las auroras y los grandes cometas. Más aún si estamos ante el eclipse lunar más oscuro que recuerdo.

No nos hubiéramos levantado el pasado lunes a las 2 de la mañana y nos hubiéramos hecho 50km en coche si no mereciera la pena ver un eclipse lunar. Los nervios y la emoción por el evento astronómico tampoco me habían permitido dormir mucho más. Llevábamos días pendientes de la previsión meteorológica que se antojaba cuanto menos «delicada» con la presencia de nubosidad en prácticamente toda España. El eclipse ya de por sí se presuponía difícil por tener el máximo de la totalidad justo antes de que la Luna se ocultara por el horizonte. Contábamos con el riesgo, con la dificultad, incluso con la posibilidad de fracaso, pero aún así madrugamos y salimos de casa ansiosos como un niño al que le acaban de regalar una bicicleta.

Al amanecer nos hicimos la habitual foto de recuerdo. Aunque no lo parezca, detrás está la Luna eclipsada.

Sólo un compañero de la AAMS se animó a venir al lugar de observación. Unos pocos más verían el eclipse desde casa o desde la ciudad. Mala elección, la contaminación lumínica y los edificios dificultarían la observación. Nosotros decidimos arriesgar y alejarnos un poco de la ciudad, en busca de un horizonte sur despejado y libre de contaminación lumínica. Puede parecer un poco locura salir a esas horas de la cama, vestirte y coger el coche. La carretera de Toledo estaba prácticamente desierta y llevábamos música alegre para amenizar el trayecto. La Luna brillaba en el cielo y no dejábamos de seguirla como si fuera nuestra particular «estrella de Belén», parecía invitarnos con una mirada de complicidad desde ahí arriba. En poco más de media hora llegamos al lugar de observación, 10 minutos antes de la hora prevista.

Buenas perspectivas para ver el eclipse

El cielo estaba totalmente despejado ¿Se habrían equivocado las previsiones que anunciaban la presencia de nubes altas? No, afinando la vista veíamos al enemigo acercándose desde el horizonte. Empezaríamos con cielo despejado, pero a saber cómo acabaríamos. No nos desanimamos y comenzamos a montar el telescopio. Para la ocasión me llevé el Esprit 100ED y la cámara Canon 600D. El conjunto me ofrecía un campo perfecto para fotografiar la Luna y alrededores. El Mak127 hubiera ido muy justo. Sobre otro trípode monté los prismáticos (Olympus 10×50) para la observación visual. Soplaba una ligera brisa pero la temperatura era agradable, unos 14ºC, con un forro polar y un abrigo ligero se estaba muy cómodo. Las luces de Madrid con su descomunal contaminación lumínica arruinaban el horizonte norte pero el Sur y el oeste estaban bastante oscuros para estar cerca de una gran ciudad. Tan solo algunas urbanizaciones aisladas producían algo de contaminación lumínica.

Mientras montábamos el telescopio llegó nuestro compañero de la AAMS y enseguida se puso a preparar también su telescopio un Newtown 150/750. Estaba tan emocionado como nosotros. Empecé a hacer algunas pruebas de enfoque y me di cuenta de que algo no iba bien, APT no guardaba las imágenes en el ordenador. Me puse a revisar los parámetros pero no daba con la causa del problema. Empecé a ponerme nervioso. Había hecho unas pruebas en casa pero no caí en revisar la carpeta de almacenamiento. Sudores fríos. A todas estas el eclipse empezaba ya con el primer contacto así que pasé al Plan B y ejecuté NINA. Afortunadamente este programa funcionó sin problemas y comencé a programar las tomas.¡Que maravilla NINA!

Poco a poco las imágenes mostraban un ligero oscurecimiento de un lado de la Luna. Con los prismáticos todavía no era apreciable pero a medida que nos sumergíamos en la parcialidad empezó a ser evidente.

Las nubes altas ya se habían adueñado de parte del cielo, precisamente desde casi el cénit hasta el horizonte sur. Eran nubes finas y altas, se movían a gran velocidad y avanzaban cada vez más, como una sábana fina iluminada por la brillante Luna. Un cerco plateado comenzó a acompañar a Selene desde ese momento. Lejos de fastidiarnos, la presencia de este tipo de nubes daban un ambiente aún más misterioso al eclipse. Como las tribus de la antigüedad admirábamos el fenómeno celeste que comenzaba sobre nosotros. No Neil, estás equivocado. Los que estamos familiarizados con el cielo notamos que la Luna no está normal. Algo le pasa. Su danza cósmica esta noche será especial y sólo ha empezado a zapatear al son de los primeros compases.

En la parcialidad del eclipse lunar más oscuro

Avanzada ya la parcialidad del eclipse la Luna parecía estar en una fase creciente algo amorfa presentando un oscuro mordisco. No había todavía presencia del característico color rojizo a simple vista. En las imágenes de la cámara se apreciaba que estaba siendo un eclipse bastante oscuro. En el anterior eclipse de 2019 la transición de colores era más suave y destacaba el borde azulado producto de la dispersión de la luz en la capa de ozono junto a tonos anaranjados, marrones y rojizos. Hasta bien avanzada la parcialidad no empezamos a notar la tonalidad rojiza y el efecto de profundidad o 3D característico de los eclipses. Poco a poco comenzaban a aparecer estrellas en el cielo a pesar de las nubes que empezaban a ser algo más densas.

Final de fase de parcialidad del eclipse

Los últimos momentos de la parcialidad fueron majestuosos. Tan solo una pequeña muesca plateada muy brillante se resistía a la oscuridad, aunque por poco tiempo. La sombra de la Tierra se adueño de la Luna sin piedad. La totalidad comenzó y empezamos a observar estrellas alrededor de Selene que, ahora sí, marcaba un color rojo muy oscuro. Me daba la sensación de que estábamos ante el eclipse lunar más oscuro de los últimos años. En otros eclipses el color ocre era más marcado, aquí era un rojo con ceniza. Muchos observadores han calificado a este eclipse con un 1 en la escala de Danjon.

Hacia el este otra danza cósmica comenzaba, la de Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Los planetas brillaban con majestuosidad en una alineación que nos lleva acompañando desde hace algunas semanas. ¡Que espectáculo! Por si fuera poco a eso de las 5:47 un punto brillante empezó a moverse justo por encima de la Luna ¡Un paso de la ISS! ¡Lo que faltaba! Pasó en dirección oeste-este por encima de Libra, Scorpio y Sagitario. A esas alturas ya no daba abasto intentando fotografiar, observar, grabar… ¡Me faltaban manos y ojos para todo!

En cuanto nos quisimos dar cuenta la claridad del alba ya empezaba a dejarse notar a nuestras espaldas. El canto de los pájaros nos avisaba del amanecer inminente. La Luna resultaba cada vez más y más difícil de observar si bien todavía aparecía en las imágenes fotográficas. La paulatina claridad, la mayor presencia de nubes hacia el horizonte, el máximo de la totalidad, todo se unía para que encontrar visualmente la Luna a ojo desnudo fuera un desafío.

La Luna minutos antes del máximo de la totalidad

Unos 10 minutos después del máximo de la totalidad la Luna desapareció. El amanecer había llegado. Los pájaros empezaban a cantar con brío y algunas rapaces echaban a volar. El espectáculo había acabado ¡Y menudo espectáculo! Que gran satisfacción y que alivio haber podido vivirlo. Un eclipse más, una muesca a añadir al telescopio. Nos hicimos la rigurosa foto de recuerdo, recogimos los telescopios y emprendimos el camino a casa, parando a tomar un merecido chocolate con churros para celebrarlo.

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