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Noche de solsticio de invierno en el Molino La Nava

De vacaciones prenavideñas hemos aprovechado para hacer una pequeña escapada hacia tierras cordobesas, concretamente a las proximidades de Montoro en una casa rural llamada El Molino  La Nava. Este antiguo molino olivero del siglo XVIII reconvertido en alojamiento rural nos acogería durante dos noches para poder observar los cielos nocturnos cordobeses. Ya en la página web del alojamiento hablaban de un excelente cielo nocturno y en el salón principal tenían incluso un telescopio newton de 114mm con una montura EQ2 eso si bastante deteriorada. En las proximidades de la casa rural apenas han alguna casa aislada y el resto todo olivares y olivares, así que la contaminación lumínica parece que no sería ningún problema.

El primer día, al atardecer, montamos el equipo en una explanada de césped verde junto a la piscina. Venus brillaba fuerte hacia el oeste y el cielo estaba totalmente despejado. Montamos el telescopio y el equipo de autoguiado, con la misma ceremonia de siempre y esperamos a que fuese visible la estrella polar para alinear la montura. Mientras tanto también aprovechamos para colimar el tubo. Poco a poco el cielo se cubría de estrellas y nosotros comenzamos a afinar la montura, el foco, el autoguiado, para cuando se hizo la total oscuridad ya estábamos listos para empezar a hacer nuestras primeras astrofotografías. El primer objetivo sería M33, la galaxia del Triángulo. Mientras la cámara devoraba fotones nosotros nos entreteníamos con unos prismáticos observando las constelaciones y algunos objetos sencillos. Alguna de las luces de la casa rural nos molestaban un poco así que pedimos a los propietarios si era posible apagarlas, lo que hicieron aproximadamente a las diez de la noche cuando ya no esperaban la llegada de ningún huésped. Hay que tener en cuenta que al estar en pleno solsticio de invierno a eso de las 8 de la tarde ya era casi noche cerrada por lo que las luces molestaban bastante. También molestaba bastante la humedad, no tanto como el frio que no era excesivo. El termómetro marcaba 4 grados pero la humedad ya estaba por encima del 80%.

Tras un par de horas de fotografía sobre M33 cambiamos de objeto y nos dirigimos a M42. Esta famosa nebulosa es fotografiada por expertos y novatos pero nosotros apenas teníamos una sencilla toma realizada el año pasado y ya llevábamos bastante tiempo con ganas de fotografiarla. Hicimos varias tomas de diferente exposición para no quemar en el procesado la zona del trapecio. Mientras la cámara trabajaba nosotros nos deleitábamos con los prismáticos paseando por los cúmulos de la constelación de Auriga, M36, M37 y M38 que se apreciaban prácticamente a simple vista. Cuando se apagaron las luces de la casa rural sacamos el SQM y nos dio una medición de 21.00 mag/segarc lo cual no está nada mal. Con una atmósfera no tan húmeda creo que hubiéramos tenido una calidad del cielo mucho mejor. En cualquier caso la Vía Láctea se mostraba espectacular y solo empañaba un poco la contaminación lumínica de pueblos cercanos como Montoro, al noroeste.

Estuvimos observando Orión, Tauro, Pegaso y Piscis, con un Júpiter muy brillante en sus proximidades.

A eso de la 1:00 de la madrugada, con las baterías del ordenador ya agotadas dejamos la cámara haciendo darks y recogimos el equipo. La humedad había subido ya al 99% y todo el equipo estaba empapado.

Al día siguiente la cosa pintaba incluso algo mejor. Se notaba mayor transparencia atmosférica. Montamos el equipo esta vez en una explanada de piedra en la parte posterior de la casa donde nos asegurábamos que no había luces que nos molestaran. Antes de empezar a fotografiar alguno de los huéspedes de la casa nos vieron con el telescopio y bajaron a charlar con nosotros y a observar un poco con él, asombrados sobre todo por cómo se veía Júpiter o la galaxia de Andrómeda. Con la noche ya cerrada volvimos a hacer fotografías, en esta ocasión con la técnica de piggyback hacia la zona de Auriga. Pero los problemas no tardarían en aparecer. La humedad era bastante más acusada que el primer día y el objetivo de la cámara se empañaba por lo que tras varios intentos desistimos y decidimos volver a fotografiar a foco primario. No obstante los duendes seguían haciendo de las suyas y tuvimos realinear la montura un par de veces pues el autoguiado no nos funcionaba bien del todo. A la tercera fue la vencida y nos dispusimos a fotografiar el Doble Cúmulo de Perseo. Como la noche estaba especialmente fría y húmeda en vez de quedarnos observando todo el rato con los prismáticos íbamos alternando entre observación y chimenea ya que teníamos el salón de la casa rural a menos de 50 metros, eso si que es comodidad. El telescopio, el ordenador y la cámara eso sí, fuera, pasándolas canutas.

Durante un rato que estuve observando fuera me fijé en un detalle muy curioso, una luz parpadeante muy muy leve, entre las constelaciones de Auriga y Orión, que parpadeaba exactamente cada 9 segundos, y no era un avión porque estaba totalmente quieto. Así permaneció durante unos 8 minutos hasta que se fue desvaneciendo poco a poco ¿Tal vez un satélite girando sobre si mismo y que alguno de sus paneles reflejara la luz del Sol?

Después de fotografiar el Doble cúmulo quise complicar un poco las cosas y apunté hacia la Nebulosa de la Llama (NGC 2024) y la Cabeza de Caballo (B33) pero para ello dejé la cámara con 10 minutos de exposición… y de vuelta a la chimenea que no estaba la noche para bromas! A eso de la 1 dejamos la cámara haciendo darks y recogimos el equipo para despedirnos de los cielos cordobeses ¡Hasta la próxima!

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