Tras varios años de construcción por fin tenemos las primeras imágenes del gran observatorio Vera C. Rubin situado a 2647 metros de altitud en Cerro Pachón, Chile. Con su espejo primario de 8,42m de 16,8 toneladas y su enorme cámara LSST de 2,8 toneladas con 3200 megapíxels y conformada por 189 sensores CCD este nuevo centro de investigación astronómica está a la vanguardia científica y sirva como ejemplo este dato: es capaz de fotografiar todo el cielo del hemisferio austral cada tres o cuatro noches durante los próximos 10 años, tomando para ello unas mil imágenes de gran resolución. En lugar de enfocar un segmento del cielo durante horas, Vera C. Rubin está diseñado para abarcar un amplio campo de visión, girando cada cinco segundos para fijarse en un nuevo punto con un mínimo de vibraciones. ¡De hecho, en sus primeros días de observación ya ha descubierto más de 2000 nuevos asteroides!
Este observatorio está gestionado por la NSF (National Science Foundation) y el Departamento de Energía (DOE). Para su construcción ha sido necesaria una inversión de unos 810 millones de dólares.
España ha participado activamente en el Observatorio Vera C. Rubin a través de un consorcio de instituciones que incluye:
- Instituto de Ciencias del Espacio (ICE-CSIC)
- Institut d’Estudis Espacials de Catalunya (IEEC)
- Institut de Física d’Altes Energies (IFAE)
- Port d’Informació Científica (PIC)
- Instituto de Física Teórica (IFT-UAM/CSIC)
Los científicos españoles involucrados en este proyecto contribuyen al desarrollo de software, análisis de datos y la comprensión de los resultados obtenidos por el observatorio. Además, la estructura del telescopio fue construida por la empresa asturiana Asturfeito, desmontada y trasladada a Cerro Pachón para su emplazamiento final.
Las primeras imágenes publicadas por el observatorio Vera C. Rubin son de una gran belleza y han asombrado a todos por la cantidad de detalles que se pueden apreciar en ellas pero lo más asombroso es el enorme campo abarcado en ellas. Las cifras dan vértigo, será capaz de estudiar unos 17 mil millones de estrellas y 20 mil millones de galaxias así como un sinfín de cuerpos menores como cometas y asteroides. También será capaz de descubrir multitud de supernovas. Es tal la precisión y detalle de las imágenes que los datos obtenidos tienen que pasar primero por el «filtro» del departamento de defensa de Estados Unidado para «borrar» los satélites militares secretos y no facilitar información sensible a países enemigos.
Entre los desafíos a los que se enfrenta este nuevo observatorio está el de intentar encontrar el escurridizo «Planeta 9», si es que existe, la localización de objetos procedentes de otros sistemas solares similares al famoso Oumuamua o la investigación de la materia oscura.
Cada noche de funcionamiento del telescopio producirá unos 20 TB de datos, para un total de 500 PB cuando termine con el LSST (Legacy Survey of Space and Time en inglés). Así que además del telescopio ha habido que diseñar y poner en marcha un sistema de almacenamiento accesible en línea para que la comunidad científica pueda acceder a todos esos datos. No obstante, el Vera C. Rubin tendrá que lidiar con una de las mayores amenazas para la astronomía de los próximos años, la proliferación de las megaconstelaciones de satélites y es que, operando con un campo tan grande no es raro que en cada imagen obtenida aparezcan no una, sino varias trazas brillantes de los satélites artificiales y la cada vez más abundante basura espacial. Y todo esto suponiendo que la nueva administración Trump no aplique recortes a su programa de investigación.
