Tarde o temprano nuestros oculares, filtros y demás material de observación se ensuciarán. Es inevitable que el polvo, la grasa de las manos o los párpados, la humedad ambiental o el rocío terminen afectando a la calidad de nuestras ópticas. Pero hay que tener cuidado cuando limpiemos nuestro instrumental ya que, sin quererlo, podemos dañarlo irreparablemente, siendo peor el remedio que la enfermedad.
El primer consejo que podemos dar es: cuidar el material. Cuantas menos veces limpiemos nuestros oculares, mejor. Por eso tenemos que procurar también mancharlos lo menos posible. No es mala idea, por ejemplo, buscar un lugar de observación resguardado, donde el aire no pueda arrastrar minúsculas partículas de arena que se depositen en nuestro equipo. Tampoco es descabellado usar guantes de látex y evitar tocar directamente los filtros con nuestras manos ya que un pequeño descuido puede terminar con nuestro pulgar en una lente, como fue mi caso.
Si ya es tarde para prevenir, y el daño ya está hecho, tendremos que evaluar si merece la pena proceder a la limpieza o podemos aguantar con esa mancha en el ocular un tiempo más. Eso depende de nuestro criterio. Si estamos decididos a proceder con la limpieza, pongámonos manos a la obra.
Aviso Importante: No me hago responsable de ningún daño que puedas ocasionar en tu material o en tu persona durante o después de la limpieza. Este consejo se ofrece tal cual, sin ninguna garantía ni responsabilidad por parte del autor de este website. Si sigues los siguientes consejos es bajo tu propia responsabilidad y siempre en presencia de una persona adulta si eres menor de edad.
Material necesario para la limpieza
No todos los materiales se limpian igual. Tras varias pruebas y algunos errores he llegado a la conclusión de que lo más delicado son los filtros. Para ellos no podemos utilizar alcohol ni ningún instrumento que roce la superficie.
Antes de manipular los filtros os recomiendo poneros unos guantes de latex de venta en farmacias (sin talco) para evitar ensuciar más la óptica accidentalmente. Para limpiar los filtros utilizaremos una pequeña pera de aire para soplar sobre la superficie en primer lugar y retirar las partículas de polvo más grandes. Podemos intentar retirar con un pequeño pincel muy suave aquellas partículas que estén adheridas a la superficie. A continación con un bastoncillo de algodón impregnado en agua destilada aplicaremos suaves toques, evitando arrastrar el palillo. Después podemos poner los filtros sobre un radiador o exponerlos al Sol para que se sequen rápido. Exponer los filtros al Sol es una buena práctica para que los rayos UV destruyan los hongos. El uso de alcohol en los filtros no está recomendado ya que podemos dañar los tratamientos antireflectantes.
Para limpiar los oculares utilizaremos de nuevo la pera de aire para soplar sobre la superficie. A continuación utilizaremos un Lenspen, primero por la parte del cepillo suave, arrastrando desde el centro al exterior sin apretar, muy suavemente. Después soplaremos nuevamente la pera para asegurarnos de que no hay motas de polvo visibles. Por último pasaremos el Lenspen por el lado de la almohadilla de microfibras.
Limpieza del espejos
Los espejos son menos delicados en cuanto a su limpieza y podemos limpiarlos tranquilamente con agua y una gota de jabón de vajillas (Fairy). Pasaremos los dedos suavemente por la superficie sin apretar y por último aclararemos con agua destilada que se evapora sin dejar cercos de cal.
Tened en cuenta que para limpiar el espejo primario es necesario desmontar la celda que lo sujeta al tubo y que tendremos de colimar el telescopio cuando terminemos el trabajo.
Si viéramos que hay motas de polvo muy grandes podemos soplar con la pera antes de limpiar con agua el espejo.
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