La noche del misil

Nueva salida astronómica, la primera del otoño para hacer astrofoto de cielo profundo en una noche gris (luna iluminada al 28% que nos acompañaría durante las primeras horas).

Llegamos a la zona de observación justo cuando el Sol se ponía y nos regalaba un atardecer espectacular, con una exagerada luz dorada que bañaba los campos. Allí ya estaba nuestro amigo, al que llamaremos «S», con su equipo montado. Tras saludarnos me puse a montar el equipo mientras charlábamos ya que hacía varios meses que no nos veíamos. Sin ir más lejos yo no montaba el equipo de cielo profundo desde las vacaciones de agosto. Con la Starparty de septiembre marcada por las nubes, el novilunio de octubre por las lluvias y el de noviembre por las nieblas las ganas eran evidentes y por eso el cuarto creciente lunar no nos echó para atrás.

Mientras esperábamos el ocaso astronómico veíamos las grullas volar en formación, anunciando que llegan ya los fríos invernales. La temperatura era agradable, unos 9ºC pero la humedad era alta y se notaba sobre la mesa y el coche que ya daban muestras de formación de rocío.

Al hacerse visible la estrella polar comencé a hacer la puesta en estación y esta vez me puse ha sacar los flats al principio de la noche, mientras esperaba a que oscureciera totalmente. Así ganaba tiempo.

El objetivo de la noche sería el objeto IC1795 o Nebulosa de la cabeza de pez que a su vez es parte de la Nebulosa del Corazón. Tiraría en banda estrecha la primera parte de la noche y luego sacaría el RGB cuando la Luna se ocultase, para las estrellas.

Ic1795 nebulosa de la cabeza de pez

El cielo estaba espectacular, totalmente despejado. La Luna regaba de luz los cercanos campos de almendros. Júpiter brillaba fuerte en el este y Saturno había pasado el meridiano. No se escuchaban grillos pero un zorro estuvo amenizando el comienzo de la noche con sus juegos y gañidos, no andaba lejos de nosotros aunque no lo llegamos a ver.

Mientras el telescopio ya trabajaba automatizado por NINA, me puse a montar la StarAdventurer con el fin de estrenar en cielo profundo la Canon 6D que compré este verano con el objetivo Samyang 14mm.

Mientras montaba el trípode, Diana nos avisó de algo: «¡Mirad! ¿Qué es eso? ¡Parecen los Starlink!» Y efectivamente, cruzando de suroeste a noreste pasaba un tren de estos satélites, varios puntos luminosos en fila india. Cuando pasaban por encima de nosotros se desvanecieron, la luz del Sol dejó de incidir en ellos.

Una vez montada la cámara sobre la montura me puse a probar. Con los primeros disparos quedé enormemente sorprendido. Estrellas puntuales, una gran nitidez… incluso tuve que bajar un poco la ISO porque a 30″ de exposición la imagen quedaba algo quemada. Pero la humedad estaba ya muy alta y no tenía cintas calefactables para la cámara de fotos por lo que el objetivo empezó a empañarse. No me quedó otra que guardar la cámara en el coche para que se desempañara.

Orion por el horizonte
Orión saliendo por el horizonte

Al cabo del rato, mientras revisaba que el guiado del telescopio funcionaba bien, vi una extraña nube blanquecina en el cielo. «¿Habéis visto esa nube?», `pregunté. Era rara porque no había ninguna otra nube en el cielo, brillaba bastante y tenía una forma muy peculiar. Mi cabeza enseguida pensó en una nube producida por el lanzamiento de un cohete, no se porqué pero me resultó familiar a fotografías que había visto, pero era mucho más difusa y extensa. «S» comentó que podría ser una nube de una orujera cercana, la verdad es que el olor de este tipo de quemas no es infrecuente en ese lugar. El caso es que me dio por mirar el móvil y enseguida vi en X muchos mensajes de otras personas que habían visto el mismo fenómeno en el cielo, incluso había imágenes de cuando la nube era más compacta. Finalmente vimos que se trataba del lanzamiento de un misil francés en el atlántico.

Una pena no haber tenido la cámara operativa en ese momento para fotografiar el fenómeno, resultó muy curioso. La verdad es que entre aviones, satélites, cohetes, estaciones espaciales y demás… el cielo cada vez está más lleno de objetos. Es complicado sacar una foto y no encontrarte una traza en alguna de ellas.

De vez en cuando sacaba la cámara y volvía a hacer alguna foto hasta que el objetivo se empañaba y tenía que volver a guardarlo. A «S» le pasó lo mismo pero él si tenía cinta calefactable, aunque no batería. Al final le di la batería de mi Star Adventurer y la recogí, para que al menos él pudiera aprovechar la noche. No obstante ya he pedido una cinta calefactable USB para que no me vuelva a pasar esto.

En cuanto se fue la Luna y como siempre hago saqué los prismáticos y me dispuse a observar un rato el cielo. La nueva silla de camping que he comprado es un poco bajita para usar con el ordenador pero realmente cómoda cuando la reclinas y te pones a observar el cielo. La observación de M31 y M33 en el cénit era muy gratificante pero no llegaba a ser espectacular como cuando la observé este verano desde los cielos realmente oscuros de Teruel.

observando con los prismáticos desde la silla de camping
Observando con los 10×50 cómodamente desde la silla reclinable.

También estuve disfrutando un rato de los objetos en Auriga y en Orión que ya empieza a ser protagonista de las noches otoñales. De vez en cuando se veían algunas Leónidas, la noche anterior fue su máximo y si estabas atento no era raro ver alguno de estos rápidos meteoros.

A pesar de que la temperatura se mantuvo estable y a eso de la 01:30 estábamos a 5ºC la humedad era un auténtico dolor de cabeza. Los prismáticos se empañaban en cuanto los usabas un rato, y tenía que meterlos a cada rato al coche al igual que la cámara de fotos. El SQM marcaba un 21.06 y el termómetro IR marcaba -6,6ºC en el cénit. Los apenas 600msnm de este lugar de observación son un problema en esta época del año con los fenómenos de inversión térmica. El problema es que no tenemos lugares elevados donde ir ya que la Sierra de Madrid está gravemente afectada por la contaminación lumínica y Gredos nos pilla lejos.

Llegando al final de la sesión el ordenador se desconectó momentáneamente de la conexión USB con el resto de dispositivos. Creo que la humedad tuvo algo de culpa. Al menos ya tenía hechos los flats y solo me quedaban 2 fotos por hacer así que me di por satisfecho y procedí a recoger el equipo. Iba secando todo con un trapo antes de meterlo al coche. El telescopio lo dejé sin tapar en el asiento trasero y a la vuelta el climatizador lo llevé funcionando para eliminar la humedad del habitáculo. Al llegar a casa dejé todo destapado y lo guardé en sus cajas a la mañana, cuando me aseguré de que estaba todo seco. Esto es imprescindible para evitar la formación de hongos en las lentes.

Los próximos días parece que viene por fin el aire continental, seco y frío. Nos dará noches más duras pero al menos libres de humedad.

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