A lo mejor me estoy poniendo un poco pesadito últimamente con el tema de los meteoros, pero la actualidad manda y noviembre es el mes de las Leónidas así que os pido disculpas si me repito. El artículo de hoy es fruto de la casualidad, y es que leyendo este interesantísimo artículo de José A. Duque en Astronomiblog sobre las Leónidas de este año me llamó la atención la referencia a la palabra «Earthgrazers» que parecía definir a un determinado tipo de meteoro y que hasta el momento desconocía, así que picado por la curiosidad decidí investigar al respecto para ver de qué se trataba y así llegué a este otro interesantísimo artículo de la NASA en el que lo explican con un más que acertado ejemplo con insectos y parabrisas como protagonistas.
Los Eartgrazers o meteoros rasantes son aquellos meteoros que entran en la atmósfera terrestre con un grado mínimo de inclinación ( o «de canto» como dicen en mi pueblo ), atravesando únicamente las capas más superficiales y menos densas de la atmósfera. En ocasiones el meteoro rasante es devuelto al espacio, sin llegar a desintegrarse por completo, rebotado como una piedra aplanada que se lanza a un estanque haciendo «la rana». Esto sucede cuando el radiante de la lluvia de meteoros está próximo al horizonte y da como resultado estrellas fugaces muy coloridas y muy largas debido a la lenta desintegración de la partícula que sufre menos desgaste al tener que atravesar un aire menos denso.
El Eartgrazer más famoso, el meteoro de Grand’s Teton
Quizá el caso del meteoro rasante más famoso fue el del gran bólido diurno de 1972, que fue casualmente captado por unos excursionistas en Jackson Lake, Wyoming aunque fue visto desde Utah, EE.UU. hasta Alberta, en Canadá. Una gran bola de fuego muy brillante apareció en el cielo ante la atónita mirada de algunas personas que disfrutaban de un agradable día de campo. Afortunadamente muchas personas grabaron y fotografiaron el suceso lo que permitió a los científicos realizar estudios posteriores que determinaron que el objeto en cuestión había sobrevolado el país hacia el norte a unos 60 kilómetros de altura pero que debió entrar en la atmósfera con un grado de inclinación mínimo, saliendo rebotado de nuevo hacia el espacio. De hecho, en algunos lugares se escucharon explosiones al paso del bólido mientras que en otros no, debido probablemente al cambio de altitud.
Estudios posteriores determinarían que el objeto tendría entre 4 y 6 metros de diámetro y su densidad sería similar al hierro. De haber alcanzado la superficie de nuestro planeta hubiera provocado una explosión similar a las de las bombas de Hirosima o Nagasaki.
El martes 17 de noviembre marcado en el calendario.
Tal y como apunta José A. Duque en su artículo, el próximo día 17 de noviembre al amanecer y al atardecer sería una buena ocasión para ver algún meteoro rasante. También debemos estar atentos el día 18 de noviembre.
Para la observación de estrellas fugaces ya dimos unos consejos hace unos meses, pero no esta de más recordarlos.
– Alejarnos preferiblemente de zonas urbanas o con contaminación lumínica.
– Llevar ropa de abrigo, en estas fechas hace bastante frío y en el campo la sensación térmica es mayor.
– Mirar hacia el radiante, en este caso próximo a la constelación de Leo.
– Y tener paciencia, mucha paciencia 🙂