La tempestad y el resplandor perpetuo

Este pasado fin de semana hemos vivido en Madrid el peor temporal de nieve del último siglo. A pesar de las alertas meteorológicas muchas personas se vieron atrapadas en sus vehículos y finalmente la ciudad quedó colapsada ante la acumulación de nieve, en torno a 40-50cm.

Si bien la nevada fue espectacular hubo otro fenómeno que llamó mucho la atención a los ciudadanos; el color del cielo.

Desde el momento en que el suelo se cubrió de blanco el cielo de Madrid empezó a brillar con una inusitada viveza blanquecina y anaranjada. El aumento de brillo era apreciable incluso a través de las cámaras de televisión de los temerarios periodistas que cubrían la nevada en directo. En mi caso publiqué un tuit al respecto:

Obviamente, como observador astronómico habitual estoy familiarizado con el problema y enseguida localicé la causa: la contaminación lumínica. El exceso de luz de nuestras ciudades, que habitualmente se refleja en un suelo oscuro, lo hacía esta vez sobre una superficie blanca y su alto albedo enviaba hacia el cielo la luz reflejada que rebotaba en las nubes bajas y los copos de nieve. Pero este fenómeno parece todavía desconocido para muchas personas que se sorprendieron y de hecho me pareció muy curioso este artículo de «El Mundo» – «El día en que no anocheció en Madrid» en el que hablan sobre ello.

Dice en los primeros párrafos: «Al caer la noche, la capital no se sumió en la oscuridad como sucede cada día.» No estoy de acuerdo con esta frase. Si algo podemos comprobar con nuestros propios ojos los madrileños es que en esta ciudad nunca hay oscuridad. La contaminación lumínica reina durante todas las noches del año y si acaso disminuye ligeramente a partir de las 0:00 cuando se apagan algunas iluminaciones ornamentales.

Lo que hizo el temporal de nieve fue acentuar más un problema con el que convivimos a diario y al que no se le da tanta importancia como otro tipo de contaminaciones como la atmosférica o la acústica.

Toda esa luz, ese brillo artificial es un despilfarro de energía, un atentado ecológico y un dispendio económico en un momento además en el que el precio del Kw/h facturado por las eléctricas batía un precio elevadísimo con muchas familias en una grave situación económica causada por la pandemia que venimos sufriendo desde hace un año.

El frío de ‘Filomena’ catapulta el precio de la luz hasta su segundo máximo histórico

Por si fuera poco el consistorio no tuvo otra idea más brillante (nunca mejor dicho) que encender el alumbrado navideño para ver si así se derretía antes la nieve. No soy un experto en iluminación para asegurar si esta medida es eficiente, pero me da la sensación de que bien poco puede calentar una bombilla led de las empleadas en la iluminación navideña y a saber si el encendido de éstas no ha disparado aún más la factura eléctrica.

Con todos los millones de euros que se han empleado en modernizar la iluminación de la ciudad con LEDs supuestamente inteligentes, llama mucho la atención que el problema de la contaminación lumínica sea cada vez mayor y que un temporal de nieve haya servido para concienciar del problema a muchos ciudadanos, aunque probablemente se olviden pronto de ello y sigan ignorando que, encima de sus cabezas, hay un cielo lleno de estrellas que les han robado y que encima pagan con sus impuestos ese robo.

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