Los últimos días del año 2024 fueron bastante activos en cuanto a meteorología espacial con varias fulguraciones de tipo M y X procedentes de las AR3932, 3936 y 3933. Algunos de estos destellos produjeron CME que nos alcanzaron los días 31 y 1 de enero del 2025. Particularmente, la última CME que alcanzó su máximo a las 17:00UT del 1 de enero fue especialmente intensa y provocó una tormenta solar de nivel G8 con un importante despliegue de auroras boreales por buena parte del mundo.
Estábamos celebrando el año nuevo con la familia, jugando unas partidas de parchís después de comer, cuando el móvil empezó a vibrar con las alertas. Habíamos alcanzado KP7 y comenzaban los reportes de auroras en latitudes altas, donde hay noche perpetua en estas fechas. No tardaron en aparecer nuevas notificaciones de avistamientos de auroras en latitudes cada vez más bajas, a medida que anochecía. Primero Austria, Suiza, luego Francia… así que le dije a Diana: «Parece que hay lio ¿Salimos a ver si pillamos algo?».
Tuvimos que pasar primero por casa, a ponernos ropa de abrigo y a por las cámaras de fotos. Luego salimos pitando por la A2 en dirección a Guadalajara. Al final llegamos a eso de las 21:00 hora local, prácticamente en el mismo sitio donde vimos las auroras en mayo. Lo primero que hice fue montar la reflex y sacar una foto de pruebas. Ahí aparecía el característico cielo rojizo. Encuadré bien y activé el intervalómetro para sacar fotos de 25″ a ISO1600.
Después saqué los móviles en desuso que tengo y los puse en sendos trípodes, con la app DeepSkyCamera. A simple vista no apreciábamos nada, ni claridad ni tonalidad rojiza aunque en todas las cámaras salía esa coloración rojiza.
Hacía una temperatura «fresca», tan solo 1ºC y aunque la humedad estaba relativamente controlada. Los 920 metros de altitud ayudaban a ello. Íbamos bien abrigados, con la ropa invernal que nos llevamos a Noruega así que frio no pasamos. El cielo estaba casi despejado en su totalidad, solo con algunas nubes bajas al norte y noroeste y no soplaba la más mínima brisa. En lo alto del cielo brillaba Orión y Tauro, donde se encontraba además el planeta Júpiter. Hacia el oeste se ocultaba el Cisne, me sorprende mucho ver por estas fechas esta constelación estival y no puedo evitar recordar las noches veraniegas en Teruel bajo un cielo de escándalo mientras me paseo por sus «alas», que ganas de volver a repetirlo.
Aprovechamos para hacernos algunas fotos para inmortalizar el recuerdo, echo un vistazo a las redes sociales para ver qué comenta la gente sobre las auroras y parece que hay bastantes amigos por toda Europa viendo el fenómeno.
Me da por mirar el reloj y ya son las 23:00, el tiempo pasa volando bajo las estrellas, es algo que siempre me pasa, solo me doy cuenta por el aparente movimiento en el cielo de las constelaciones. Te descuidas un rato, miras para otro lado y ¡Zas!, parece como si jugaran al escondite inglés contigo. Tengo que ir pensando en volver a casa porque mañana toca trabajar. De todas formas noto que el resplandor rojizo se ha atenuado mucho en las últimas imágenes, parece que lo más gordo de la subtormenta ya ha pasado. Un vistazo a las apps de meteorología espacial y a las redes sociales parecen confirmarlo. Que pena no haber llegado antes, me quedo con ganas de más, pero ya sabemos que lo de mayo es difícilmente repetible. De todas formas seguimos en el máximo solar así que ¿Quién sabe?
Arco SAR
Ya después en casa, revelando las fotos, me fijo en las sutiles diferencias del fenómeno observado con respecto a las auroras de Mayo. Tras corroborarlo con otros observadores creo que es muy posible que en realidad no hayamos observado una aurora desde Guadalajara sino que nos encontremos ante un arco SAR que es un fenómeno distinto. Los arcos SAR fueron descubiertos en 1956 ya que este fenómeno no es observable a simple vista, solo puede ser fotografiado. Un arco SAR (Stable Auroral Red Arc) se produce por la transferencia de energía térmica desde el sistema de corrientes anulares de la Tierra a la atmósfera alta, pero su nombre es engañoso ya que es un fenómeno independiente a la aurora. La persistencia de la tormenta solar podría ser la causante de este fenómeno.
En cualquier caso se trata de un fenómeno muy curioso de fotografiar, sobre todo desde nuestras latitudes y da muestra de lo activo del momento del ciclo solar en el que nos encontramos (y que parece no haber alcanzado su pico todavía vista la actividad de las últimas semanas). Tendremos que estar atentos para un 2025 que promete ser interesante con respecto a la meteorología espacial tal y como fue el año pasado.